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20 octubre 2009

Revista Noticias Personajes | Soledad Villamil

Personajes Soledad Villamil (40) Protagoniza “El secreto de sus ojos”, el film argentino que competirá por el Oscar, y lanzó su segundo CD.


Su celular no para de sonar. La llaman de la radio, los diarios y las revistas. Mientras se ceba un mate en su pequeño estudio de teatro de Palermo, despojado y casi sin muebles, parece no estresarse frente al efímero acoso mediático. Se nota que la imagen de “star” no le queda muy cómoda a Soledad Villamil. Sin embargo, atraviesa uno de sus mejores momentos profesionales: “El secreto de sus ojos”, la película que protagoniza junto a Ricardo Darín, fue elegida para competir por el Oscar, y por si fuera poco lanzó “Morir de amor”, su segundo disco solista. En pareja hace varios años con Federico Olivera, dice sentir un gran apoyo de su marido en cada proyecto: “Fede es muy generoso y entusiasta, y me gusta embarcarme en desafíos”.

- ¿Qué sensación le genera que el film esté preseleccionado para el Oscar?
- Sentí una gran satisfacción, una gran alegría. Esta nominación confirma el rumbo de la película, no sólo desde su calidad sino desde cualquier punto de vista que se lo mire. Me encantaría que quede seleccionada entre las películas extranjeras. Sin embargo, todo lo que podía suceder ya ocurrió. Principalmente el éxito que tuvo en el público. Lo que venga después será un plus.

- En dos horas se devoró el guión, ¿qué le atrajo?
- La trama y la combinación entre las diferentes líneas de tiempo. Por supuesto, el caso policial se plantea con mucha intriga, pero también me atrajo la historia de amor, el humor, todas las cosas que hoy veo plasmadas en la película.

- ¿Cómo fue filmar en Tribunales?
- Fue muy intenso, todas las escenas del pasado se hicieron en la primera semana de rodaje en Tribunales, filmando de noche. Cuando entré al edificio, entendí que no se podría haber hecho en otro lugar. Y me llamó la atención la cantidad de expedientes, ahí hay vidas enteras, conflictos enormes en juego…

- Por lo general, le han tocado papeles más dramáticos que comedias, ¿por qué cree que la llaman sólo para ese tipo de personajes?
- Cuando a uno lo ven resolviendo adecuadamente un tipo de rol, al aparecer un papel similar en otro proyecto es obvio que piensen en ese actor. Sin embargo, me encanta el humor. Me gustaría actuar en una comedia, siempre y cuando sea interesante. No es una cuestión de género, me tiene que interesar el proyecto.

- Su nuevo disco incluye un repertorio de tangos, vals, milongas, ¿por qué se titula “Morir de amor”?
- Porque el primer tema, “La canción y el poema”, tiene un estribillo escrito por una poeta uruguaya que dice: “quisiera morir ahora de amor, para que supieras cuánto y cómo te quería”. “Morir de amor” viene de ahí.

- ¿Ha sufrido mucho por amor?
- Eventualmente, la cuota que creo que a todos nos toca.

- Es el primer disco donde hay composiciones suyas, ¿por qué decidió incluirlas?
- Me pareció que “La medida” era una canción que iba bien, entonces empezamos a retrabajarla. La otra, que comparto con Teixidó, es una chamarrita. Tiene un ritmo que nos gusta mucho y, como no es fácil encontrar una con temática amorosa, nos pusimos a componerla.

- ¿Le gusta escribir canciones?
- Si, a veces tengo una idea y durante varios días vuelvo a eso y le doy vueltas, pero no lo tengo sistematizado, es por épocas.

- Comenzó con la música desde muy chica, ¿era una veta familiar?
- Bastante. Sergio, mi viejo, es un melómano total y en mi casa siempre hubo un piano, una guitarra… tocaba mi papá y yo empecé con el piano. De hecho, mi hermano Nicolás es músico; mi hermana Camila, bailarina y Laura, mi vieja, se dedica a la danza. Desde que tengo memoria, yo siempre estaba cantando. “Callate, no cantes más”, me decían, (ríe).

- ¿Cómo llegó a la actuación?
- Empecé a estudiar teatro a los 15 años en el secundario, fui a una clase a probar y me flasheó. Terminé el colegio y fui a la Escuela Municipal de teatro, empecé a hacer obras con compañeros y a tomar clases con el maestro Bartís.

En el ‘93, Villamil se bajó del escenario para hacer el unitario “Zona de riesgo”. Después, continuó con la tan recordada “Nueve Lunas”, le siguió “De poeta y de loco”, “Fiscales”, “Vulnerables”, “Culpables” y “Locas de amor”. Hizo teatro y cine, en “El mismo amor, la misma lluvia”, “La vida según Muriel” o “El oso rojo”. Hasta que llegó el 2007 y decidió incursionar también en la música. “Fue una decisión importante pero se fue dando gradualmente”, explica hoy.

- ¿Le daba temor que la gente no la reconociera como cantante?
- En un comienzo era tanto lo que estaba en juego, que lo último que podía llegar a pensar era cómo lo iba a recibir la gente. Después, puede ser... Pero te aseguro que cuando me subo al escenario no tengo miedo, hago lo que me gusta.

Lleva 12 años en pareja con el actor y director Federico Olivera, padre de sus hijas Clara y Violeta. Pero no cree en fórmulas ni encantamientos para mantener el amor: “Hay que rebuscárselas, se trata de reintentarlo día a día, tiene que ver con un trabajo individual, con no dormirse en mecanismos rutinarios”.

- ¿Es posible alimentar la pasión pese a las rutinas cotidianas y el desgaste de los años juntos?
- Creo que sí, ¿querés que hablemos sobre las posiciones del Kamasutra? (ríe). Si no hay pasión, no hay pareja. Pero si una relación se sostiene durante el tiempo, la pasión es importante.

- Federico dijo que lo que más le atrajo de usted es su capacidad de disfrute.
- Creo que pasa por pensar que estamos vivos. Hay veces en que el impedimento por disfrutar esta en pensar que lo bueno siempre está por venir, y por ahí hay que pensar que estamos vivos. Disfrutemos, porque ahora es el momento.

- Es vegetariana, no fuma, toma poco alcohol, ¿qué gana al elegir ese estilo de vida?
- Gano en conexión, tanto conmigo como con los que me rodean. Estoy menos distraída ante las propuestas que vienen del afuera.

- ¿Siente que la calidad de vida está cada vez más viciada?
- Sí, un horror, tenemos una gran cantidad de apetencias, producto de lo que se nos dice que debemos tener o ser: desde ser flaca hasta ganar tanta plata por mes. Y a uno lo pone en desventaja permanente porque nunca tenés todo. Eso deteriora muchísimo la calidad de vida, porque es una situación de insatisfacción constante, de desconexión completa entre las personas.

- ¿Cómo alimenta su espíritu?
- Eventualmente, hago yoga. Pero son cosas muy individuales. El alimento espiritual creo que viene en gran medida cuando uno puede ponerle freno a la hiperestimulación del afuera, ahí es donde uno se genera el espacio para encontrar lo que le hace bien. Para algunos puede ser el arte y para otros la práctica religiosa o el yoga. Yo no voy a poner la bandera de la antitelevisión, pero no tener una en casa me da tiempo para dormir, charlar con mi marido, estar con mis hijas o leer un libro.

- ¿Sus hijas no le piden ver determinados programas?
- Sí, pero es muy llevadero, no es algo que se convierta en un infierno familiar. Igual van a lo de sus abuelos y ven tele, no somos Amish.

- ¿No tener televisión no la aleja de la realidad?
- No, hoy en día la realidad te llega de cualquier manera, desde un mensaje de texto o mail hasta la radio que escuchás en el taxi; más pantallas y fuentes de información no puede haber. No se trata de no ver la realidad, sino de dosificarla dentro de tu casa.

- En un momento de su vida militó, ¿le interesa la política?
- Me interesa en tanto manifiesta situaciones sociales, sin embargo hoy tengo la sensación de que lo que viene desde el funcionamiento político tradicional es muy poco creíble.

- ¿Ese escepticismo colorea su visión actual del país?
- Mi sensación es que nada cambia. Si bien son distintos, siempre están los que se reparten la torta y otros que no ven ni las migas. El poder ya está en una estructura viciada, corrupta en sí misma, más allá de las personas que lo ocupan. Por eso hay cada vez más pobres, más crisis… La forma en cómo nos organizamos social y económicamente nos está matando. Las generaciones que vienen tienen mucha responsabilidad al respecto.

- Hablando de las generaciones que vienen, ¿cree que la Argentina es un país para sus hijas?
- Eso lo van a decidir ellas, sí creo que es un país para mí, no viviría en otro lugar del mundo.

- Cumplió 40 años, ¿hizo balance?
- Ya pasaron 40 años, (ríe). No tengo algo nostálgico en relación a la juventud, no volvería a ningún estadio anterior de mi vida, porque no solamente pasaron los años sino también la experiencia. Pero los 40 también son una marca en el tiempo y tienen que ver con la sensación de finitud.

- ¿Le teme a la vejez?
- Que sé yo, es un tema difícil, le temo a la enfermedad, al dolor… si pienso en negarla lo más probable es que cuando me encuentre con ella no me guste. No sé cómo será, ahí voy, es lo que viene.

- ¿Se haría cirugías estéticas para demorar el deterioro físico?
- Hasta ahora no sentí la necesidad, me cuido pero no soy obsesiva.

- ¿Cómo le gustaría que la recuerden en un par de años, como una excelente actriz o como una gran cantante?
- (ríe) Como quieran. Saber que alguien se conmovió con algo que uno hizo, sea con la música o la actuación, te da mucha satisfacción. La idea es que te recuerden (ríe).

Fecha de Publicación: Octubre de 2009
Fuente: http://www.revista-noticias.com.ar/

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