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25 febrero 2011

Soledad Villamil - Entrevistas , Info, etc. 1

“Este año fue una montaña rusa de emociones”



Remake de El secreto de sus ojos
Luego de ganar el Oscar a Mejor Película Extranjera y de ser estrenada con éxito en algunas salas estadounidenses, ahora todo indica que Hollywood lanzará su propia versión de El secreto de sus ojos. Según el periódico Los Angeles Times, los estudios Warner comprarían los derechos del film para hacer una remake en idioma inglés y la dirección estaría a cargo del elogiado Billy Ray, director de El fabulador. Por su parte, Juan José Campanella, que ya tiene experiencia en la industria del cine norteamericano, podría involucrarse en el proyecto como productor. Lo curioso es que la nueva versión ambientaría el film en una ciudad de los Estados Unidos y en la actualidad.

“Soy devota de la canción”
Su primer CD, Soledad Villamil canta, fue recibido por muchos como una declaración. A tres años de aquel debut, la llegada de su segundo disco, Morir de amor, la encuentra consolidada como intérprete, e incluso se anima a mostrar un par de composiciones propias. “Soy devota de la canción, que son como pequeños guiones de tres minutos, con una condensación de imágenes y poética muy fuerte. Escribir mis propias canciones tiene que ver con bucear en ese universo. Me interesa encontrar una canción ya escrita y versionarla, y desde hace un tiempo también buscar un modo de expresión más propio”, cuenta Villamil, en su rol de cantora. Luego de hacer giras por el país y con éxito en Latinoamérica y España con su shows de milongas, tango y valses, la artista cerró el año con un doblete a sala llena en teatro El Nacional de Buenos Aires. En febrero presentará un ciclo de conciertos en el Centro Cultural Torcuato Tasso, en Capital Federal.

Entre premios y reconocimientos, Soledad Villamil despide un 2010 inolvidable. Dos hechos dejaron su huella:el fenómeno de El secreto de sus ojos y su consagración como cantora. Balance de una auténtica morocha argentina.

Si usted es uno de los 2.500.000 espectadores que, sentado en la butaca del cine, sintió cómo se iluminaba la pantalla con aquella sonrisa perfecta en la escena final de El secreto de sus ojos, entenderá por qué Soledad Villamil termina el 2010 llena de motivos para sonreír.
Como actriz, despide una temporada colmada de logros y reconocimientos. Su protagónico en la obra maestra de Juan José Campanella, que logró el Oscar a la Mejor Película Extranjera, marca un hito en su carrera profesional.
Como cantante, también tiene sus razones para festejar. Cierra el año con presentaciones en vivo a sala llena y cosecha elogios –premio Gardel al Mejor Álbum Artista Femenina de Tango, en este caso– por su cautivante disco de tangos, valses y milongas que ella misma bautizó Morir de amor.
Las dos Soledades conviven con gracia y naturalidad. Al igual que su carrera, que alterna el bajo perfil y la tranquilidad con los flashes y la máxima exposición, o como sus gestos, que transmiten a la vez la simpleza de la mujer madre de dos niñas y la fuerza dramática de la intérprete.
Morocha argentina de fina estampa, declina educadamente las insinuaciones que el imaginario colectivo le hace para sumarla a la selecta lista de las grandes actrices-cantantes nacionales y continúa con su búsqueda expresiva mediante una dualidad que ya define como “indisoluble”.
Durante la charla, en su estudio del barrio de Palermo, en Buenos Aires, Villamil hace un balance de lo que fue “el año más intenso de su vida”, intenta explicar el fenómeno popular que originó El secreto… y de a ratos regala esa sonrisa única, la que ilumina.

–Se va un año arrollador. ¿Tuviste tiempo de hacer un balance?
–Este año fue una montaña rusa de emociones, de alegrías. Fue el más intenso de mi vida. En realidad, diría yo que empezó a mitad del año pasado, sobre agosto del 2009, cuando casi simultáneamente se estrenó la película El secreto de sus ojos y salió el CD Morir de amor. Creo que en un futuro, cuando mire para atrás, lo voy a recordar como un momento muy particular, que se recorta especialmente en mi vida.
–¿Cómo vivís tanta exposición junta?
–Lo disfruto. Si bien este es un momento muy particular y mi trabajo tiene un nivel de exposición altísimo, creo que no es la primera vez que me pasa esto del reconocimiento; entonces, me agarra bien parada. Además, hay que tener conciencia de que son momentos y, como dice la frase: “Esto también pasará”. Trato de disfrutarlo mucho, trabajar y seguir haciendo lo que me gusta. Creo que de todas las cosas buenas que me proporciona un año como este está la posibilidad de seguir creciendo y trabajando en lo que elegí y en lo que es mi vocación.
–Antes de la entrega de los premios Oscar se generó un clima de Mundial con la nominación de El secreto… ¿Cuándo fue que dijiste: “Esto que está pasando es realmente grande”?
–Había un clima de Mundial total. El día que anunciaron las nominaciones el verano pasado, cuando las televisaron, me tomé un taxi y el taxista me dijo que habían estado con sus compañeros en el boliche que se juntan siempre, prendidos a la tele para escuchar el sorteo… como si fuera el sorteo del grupo del Mundial. Y que todos saltaban y gritaban cuando la nominaron. Pero creo que eso no fue solo porque la película era argentina, sino porque para el momento de las nominaciones ya la habían visto más de dos millones y medio de personas y a un altísimo porcentaje le habían ocurrido cosas muy especiales con la película. De hecho, mucha gente todavía me dice: “Es la mejor que vi en mi vida”. Entonces, llegamos al momento del Oscar con un apoyo de corazón de la gente, no solo porque se trataba de algo argentino que ocupaba ese lugar. La gente quiere mucho a la película.
–¿Pudiste descifrar qué fue lo que hizo que la película anduviera tan bien?
–Mirá, yo siento que nada de lo que pasó con la película fue casualidad, ni suerte, ni mucho menos. Creo que tiene todos los elementos y todas las condiciones para lograr cada una de las cosas que logró, desde el éxito del público en su momento hasta los premios y los reconocimientos. Es una película de una calidad realmente inusual, con una fuerza y una solidez pocas veces vistas. Sobre todo, está edificada sobre un guión magistral. Desde la primera lectura, yo tuve la sensación de que se trataba de algo excepcional. En general, una buena película siempre es primero un buen guión. Claro que todo lo que sigue después aportó muchísimo, pero yo creo que tiene en el guión la piedra fundamental.
–¿Cómo fue el reencuentro con Ricardo Darín, después de casi diez años sin trabajar juntos?
–Fue como interrumpir una conversación y retomarla a los diez años como si nada. Al igual que la primera vez que trabajamos juntos, en esta segunda vez el entendimiento fue muy grande, tanto actoral como personal. Logramos una conexión bastante particular. Es importante poder ver la escena con el compañero y que la entendamos de la misma manera, o sentir que lo que está ahí en juego lo entendemos de la misma manera. Por otra parte, es muy fácil porque él es un gran actor, que se involucra y se compromete muchísimo con lo que hace. Entonces, cuando está eso del otro lado, uno siente que hay mucha red para lanzarse.
–¿Cómo llevas las dos Soledades? La actriz y la cantante, digo.
–Subir a un escenario me hace feliz. Me da una sensación de libertad y una posibilidad de comunicación diferente con el público, con lo cual estoy muy contenta de que sea así. Te diría que en el último tiempo lo que era mi actividad primordial, que era la actuación, tuvo que empezar a compartir su espacio con la cantante y a cederle ese lugar, simplemente porque empecé a desarrollar este camino con la música y tuve que tomar decisiones que me llevan quizás a trabajar un poco menos como actriz. Pero la verdad es que a mí me llenan de satisfacción ambas cosas, y pretendo ir equilibrándolas y que convivan bien. Si miro cinco años hacia atrás, me doy cuenta de que en el último tiempo mi actividad de actriz perdió un poco de espacio en función de lo que surgió con la música, que es algo que no lo tomo como un berretín ni algo que hago cuando tengo tiempo, sino que se convirtió en un aspecto central en mí.
–¿Las dos son parte de una misma búsqueda?
–Sí, es parte de una búsqueda de expresión. La cantante y la actriz tienen muchos aspectos en común. Es mucho más lo que tienen en común que lo que las separa. A mí me gusta poner como ejemplo a un artista plástico que puede usar diferentes materiales o herramientas para plasmar su mundo interno. Un día puede pintar en acuarela, otro al óleo o agarrar madera y tallarla. Quizá no tengan nada que ver la madera con la acuarela, pero el propósito inicial es expresarse a través de un material. A mí me pasa lo mismo: siento que la voz hablada y la voz cantada son diferentes herramientas, pero en sí la fuerza que las mueve es la misma. Es una fuerza de comunicación, de expresión, de interpretación.
Siento que soy una actriz-cantante y una cantante-actriz, y que eso es algo indisoluble. Igualmente, las etiquetas no me gustan, porque limitan a las personas y en algún sentido cortan posibilidades. Como te decía antes, son siempre modos de estar trabajando con los mismos materiales. No es que ahora soy cirujana y mañana me voy a convertir en corredora de Fórmula uno… (risas).
–Además de todo, sos madre…
–¡Antes que todo soy madre! Un desafío que creo que comparto con muchísimas mujeres. Por cómo se ha ido desenvolviendo la sociedad, hoy la mujer tiene que administrar muchísimo su tiempo, sus fuerzas y su energía en relación con su trabajo y la familia. Yo trato de estar lo más consciente y alerta posible para mantener en un lugar de mucha importancia lo familiar y mi vida personal en general. Trato de no caer en la vorágine que te propone este tipo de trabajo. Pero otras mujeres quizás están diez horas trabajando en una oficina toda la semana fuera de sus casas. Con esto quiero decir que no me siento una excepción en ese sentido. Lo veo como algo generacional, inclusive también en los varones, que en muchos casos ahora se preguntan cuál es su rol: en una oficina o en la casa con los hijos. Creo que se rompió el esquema de la mujer que está en la casa y el hombre que sale trabajar.
–De chica estudiaste piano y guitarra. ¿Se te dio por inclinarte en un primer momento por la música?
–En un principio, sí me imaginaba dentro de la música. En casa se escuchaba mucha música brasileña, a Zitarrosa… Hasta que a los 15 años tomé mi primera clase de teatro y sentí un cimbronazo muy fuerte que fue un shock para mí. Una revelación, podría decirse. Desde ahí que se bifurcó un poco el camino.
–El nombre Soledad tiene una connotación y un peso importante. ¿Cómo lo llevaste durante tu infancia?
–Yo también tengo la sensación de que es un nombre pesado, con una carga muy fuerte. Creo que quizás, inconscientemente, he ido toda la vida tratando de alivianarle ese peso y, en algún sentido, remar contra la corriente por el contenido de la palabra “soledad”. Por suerte, gracias a mi trabajo siempre he tenido muchos nombres gracias a hacer diferentes personajes. Son como recreos de mi verdadero nombre (risas).
–Tanto reconocimiento, la impronta de cantante... ¿Cómo te llevás con la idea de ser la “gran morocha argentina”?
–(Risas). Es un sayo difícil de llevar. Pero observo que hay todo un proceso que tiene que ver con ocupar un lugar en el imaginario de la gente. Yo me ocupo de hacer lo mío y el resto me excede un poco y no es algo que busque. Creo que no estaría bueno que yo me haga cargo de eso. Igualmente, desde ya que todo el reconocimiento que está llegando en el último tiempo es genial.



SOLEDAD VILLAMIL
Vivir el éxito, con los pies en la Tierra
La actriz aseguró que se toma con calma este buen momento profesional y que lo aprovecha para "seguir haciendo"



"Si bien este es un momento muy particular y mi trabajo tiene un nivel de exposición altísimo -reflexiona Soledad Villamil- creo que no es la primera vez que me pasa esto del reconocimiento. Entonces, me agarra bien parada. Además, hay que tomar conciencia de que son momentos y, como dice la frase: `Esto también pasará'. Trato de disfrutarlo mucho, trabajar y seguir haciendo lo que me gusta".


Esta definición la pinta de cuerpo entero. Soledad no cree en la casualidad. Para ella todo lo que se consigue en la vida es el resultado del trabajo duro y la capacidad de sacrificio. Exigencias a las que habría que agregar la lucidez y la coherencia.


LA REVELACION


"De chica estudié piano y guitarra -cuenta-. En principio me imaginaba dentro de la música. En casa se escuchaba música brasileña, a Zitarrosa...Hasta que a los 15 años tomé mi primera clase de teatro y sentí un cimbronazo muy fuerte que fue un shock para mí. Una revelación, podría decirse. Desde ahí se bifurcó el camino".


Si bien no le gustan las etiquetas, porque es inevitable que condicionen al que etiquetan, admite que es, al mismo tiempo, actriz-cantante y cantante-actriz, dos funciones que, en su caso, no se contradicen sino que se complementan. Para decirlo en sus palabras, "es algo indisoluble". Basta recordar que hace tres años presentó "Soledad Villamil canta", su primer CD.


"Soy devota de la canción -asegura-. Son como pequeños guiones de tres minutos, con una condensación de imágenes y una poética muy fuertes. Escribir mis propias canciones tiene que ver con bucear en ese universo. Me interesa encontrar una canción ya escrita para interpretarla. Pero también buscar un modo de expresión más propio".


SU SECRETO


Imposible entrevistar a Soledad Villamil y no hablar de "El secreto de sus ojos", la primera película argentina que ya vieron más de 2.500.000 personas y que, según el periódico Los Angeles Time, tendrá una versión adaptada que transcurre en el tiempo actual y en los Estados Unidos. El director sería Billy Ray, que tiene en su haber al realización de la película "El fabulador".


A juicio de la actriz, y en esto coincide plenamente con el público y la crítica, "es una película de una calidad inusual, con una fuerza y una solidez pocas veces vistas. Sobre todo, está edificada sobre un guión magistral. Mi reencuentro con Darín, después de diez años de no trabajar juntos, fue como interrumpir una conversación y retomarla, como si nada. El entendimiento fue muy grande, tanto actoral como personal".


De pronto, como si acabara de descubrirlo, exclama: "¡Antes que todo soy madre!". A lo que hay que agregar: madre de dos hijas. Y esto es algo en lo que es cuidadosa en extremo. A la hora de elegir, si es necesario hacerlo, siempre va a anteponer su familia a su profesión, por tentadora que sea la propuesta. Nunca se permite caer en la vorágine típica de su trabajo.


Reflexiva, analiza hasta qué punto influyó en su infancia, y en su vida en general, su nombre. "Tengo la sensación de que Soledad es un nombre pesado, con una carga muy fuerte. Creo que quizás, inconscientemente, he ido toda la vida tratando de alivianar ese peso y, en algún sentido, remar contra la corriente por el contenido de la palabra `soledad'. Por suerte, gracias a mi trabajo, he tenido muchos nombres".


EL ESCENARIO


"Subir a un escenario me hace feliz -confiesa-. Me da una sensación de libertad y una posibilidad de comunicación diferente con el público y estoy muy contenta de que sea así. En el último tiempo lo que era mi actividad primordial, la actuación, tuvo que compartir su espacio con la cantante, simplemente porque comencé a desarrollar un camino con la música y tuve que tomar decisiones que me llevaron a trabajar menos como actriz".


Fuente: http://www.eldia.com.ar


Soledad Villamil en la Quinta Trabucco
Galeria de Fotos Aqui


Charla con Soledad Villamil.
Una vecina de Florida con el arte a flor de piel


Después del show organizado por la Muni, la artista dialogó con la prensa.

Tu repertorio es muy variado ¿cómo elegís las canciones?

Trato de lograr un equilibrio entre el contenido y el entretenimiento, porque si se privilegia el contenido, a uno puede llegar a aburrirlo, a no llegarle, al revés, puede llegar a ser superficial, a veces es difícil mezclar en proporciones justas las dos cosas, pero hay que tratar.


Como cantante sos inclasificable ¿cuáles son tus referentes?

Las referencias son variadas, nuestra música popular, tango, folklores, Mercedes Sosa, las cancionistas del 20, Azucena Maizani, Libertad Lamarque, pero también otras expresiones de música popular de otros países, el jazz, la música brasileña, el fado portugués. Hay muchas músicas que me conmueven


Hoy el octeto sonó espectacular ¿hace mucho que vienen trabajando juntos?

De acuerdo a cada tipo de presentación, escenario, tiempo, etc. vamos cambiando la formación, quinteto, octeto, una de las grandes alegrías de este día es haber presentado esta formación grande, de músicos extraordinarios que me enseñan mucho


¿En tus paseos por la Quinta Trabucco soñabas con dar un recital acá algún día?

La verdad que si, siempre pensé que algún día lo iba a poder concretar.


¿Es la primera vez que actuás ante tanto público?

Tocamos en festivales ante muchísima gente, pero con una convocatoria propia es la primera vez.


¿Tu vocación musical nació al mismo tiempo que la actoral?
Si, fue un mismo proceso, la música siempre fue una parte importante mía, que solamente en los últimos años pude tener el tiempo para desarrollar.


¿El Oscar para “El secreto de sus ojos” te cambió la vida?

No tanto, por supuesto que es una ayuda muy importante en tu carrera, en la oferta de trabajo, en la repercusión entre el público, pero uno sigue con su trabajo de todos los días.


¿Cómo sigue tu carrera?

Nos seguimos presentando en el Tasso, en un ambiente más íntimo que este, y a mitad de año voy a filmar una película, una opera prima de una directora argentina.


Cuando estudiabas en el Vicente López tenías militancia política ¿Querés decir algo sobre el momento político actual?

Ahora no, para que nos vayamos todos contentos (risas) pero sí, tuve militancia en el Parido Obrero durante mi secundaria, como parte de un proceso juvenil que respeto, pero ahora mi militancia pasa por mi actividad artística.


Fuente: http://www.infoban.com.ar


Soledad Villamil, el secreto de sus ojos
Tras un excelente año, la actriz y cantante comparte su tiempo con su pareja, Federico Olivera, y sus dos hijas, Violeta y Clara. En febrero volverá con un show de canciones y en julio filmará un thriller con Viggo Mortensen.


Tengo curiosidad por ver la cara que Dios tiene reservada para mi vejez." La frase de Liv Ullmann, la musa inspiradora de Ingmar Bergman, encontró eco en Soledad Villamil, la mujer que está dispuesta a dejar que el imponderable la sorprenda con el paso del tiempo. "Intento amigarme lo más que puedo con esta situación -reconoce la actriz que el 19 de junio próximo cumplirá 42 años-. Resulta necio pensar que lo único bueno fue lo anterior y sólo aferrarme a esa idea, perdiéndome la oportunidad de vivir el presente y mirar hacia el futuro. Estoy segura de que no volvería a ningún estadio anterior, porque no sólo pasaron los años, sino también las experiencias. Disfruto de esta sensación de finitud."


En el camino recorrido supo definirse como actriz y cantante. "Siempre hubo un intento de búsquedas, de revalorar lo artístico, de hacer frente a los desafíos -enumera-, así como también me di la oportunidad de equivocarme para aprender de ello."


Super positivo, ése fue el saldo que dejó 2010 para Villamil. Y no hay duda del balance. Como actriz protagonizó la película ganadora del Oscar, El secreto de sus ojos, que le valió, además, un Goya como actriz revelación: "No voy a negar que recibirlo me rejuveneció", sonríe. Como cantante se afianzó con Morir de amor, disco con el que se animó a presentar dos canciones escritas de puño y letra, y con el que sumó un Gardel como mejor álbum artista femenina de Tango.


"Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo", escribió Jorge Luis Borges en El amenazado, poema que Soledad encontró como disparador para La medida, una de las canciones de su autoría junto a Santa Rita. "El poema de Borges es maravilloso -reconoce-. Pero son tantos los estímulos, las imágenes, las impresiones, las sensaciones de la vida que te llevan a escribir, a tararear. Soy muy novata en esto, pero siempre me he sentido muy devota de aquellos autores que tienen la capacidad de sintetizar en tres minutos emociones tan vívidas." Como lo hizo Alfredo Zitarrosa con letra de Idea Vilariño en la canción y el poema que dio nombre al disco ("Quisiera morir, ahora, de amor, para que supieras cómo y cuánto te quería.") y el inolvidable Qué te importa que te llore, tango de Miguel Caló y Osmar Maderna: "Qué te importa lo que sufro, qué te importa lo que lloro, si no puede ser aquel ayer de la ilusión, déjame así llorando nuestro amor".


Al repasar las canciones que integran Morir de amor uno podría pensar que Soledad está pasando por una etapa de mal de amores. "[Risas] No, no -aclara-. Lo maravilloso de cantar, al igual que la actuación, es la capacidad interpretativa, el poder vivir situaciones tan distintas de las de uno. Se trata de puro travestismo emocional", confiesa la mujer que comparte la vida con el también actor Federico Olivera y las hijas de ambos, Clara y Violeta.


-¿Se puede morir de amor?


-Me gusta pensar en esas pequeñas muertes que se producen cuando uno sufre por amor. Porque en ese instante uno cree que se muere, que es imposible vivir sin él, sin ella. No hay otra cosa que nos conecte tanto con la idea de la muerte, esa especie de petite mort con la que los franceses denominan el orgasmo.


Súperpoderosa
De vez en cuando Soledad necesita ponerse en perspectiva para volver a tener el control sobre su vida. "Lo hago de diferentes maneras, es una forma de bajar dos cambios", reconoce y, al igual que James Stewart en ¡Qué bello es vivir!, el clásico film de Frank Capra, vuelve a tomar contacto con su propio mundo para revalorizarlo. "Como en esa escena en la que Stewart besa la esfera que siempre se sale del pasamanos de la escalera, la misma bola que otros días detestó y que ahora reconoce como parte de su vida. Es maravilloso ver cómo poniéndonos en perspectiva cambia todo. Esa imagen me pone la piel de gallina y muchas veces que me viene a la cabeza. Porque uno está todo el tiempo diciendo lo que le molesta, pero ¿qué pasa si lo vemos de otra manera?"


Lejos de la imagen de esa mujer que lo puede todo, Villamil necesita de esas micropausas, de esos momentos en los que se reconecta con ella misma. "Es necesario despegarse de los mandatos, esos que dicen que debés actuar como una superpoderosa: ser una profesional exitosa, una excelente esposa y una madre genial. Por eso al desconectarse, al detener el tiempo, uno puede preguntarse: ¿qué quiero?, ¿cómo me siento?" No hay que dormirse en los laureles, pero eso pasa con todo, ya sea en la profesión en la pareja, con los hijos.


-Muchos aseguran que los hijos nos enfrentan con nosotros mismos


-No hay duda, en ese sentido la experiencia de la maternidad y de la paternidad es un encuentro intensísimo con uno mismo, con esas zonas insospechadas de uno, con todos los miedos, las inseguridades, los malestares. Te encontrás con 40 millones de cosas en las que decís: ¡Uf, cuánto que tengo que trabajar! Si antes la venías piloteando, cuando tenés un niño no te queda otra que pilotear aún más y está buenísimo porque es un viaje introspectivo y de análisis. Ser madre me abrió puertas con relación a mí misma a las que no creo que hubiera podido acceder de otra manera. Se trata de una experiencia vital tan fuerte y maravillosa. Bueno, a mí me llevó a psicoanalizarme, a trabajar otras necesidades.


-Tu infancia transcurrió en los años 70 y en tu casa la política tuvo un peso importante [su papá era militante de izquierda]. ¿Qué lugar ocupa la política hoy en tu vida?


-Soy una persona muy interesada y conectada con la realidad político-social de mi país y del mundo, porque hoy es imposible pensar en un país aislado del resto. Estoy informada. Me preocupan cuestiones en el nivel ecológico; pienso en el futuro, en mis hijos. Y ser consciente de lo que ocurre, de lo que nos ocurre, hace que uno no sea del todo feliz. Hay mucha carencia, el hombre está tan alejado del aspecto humano. No tengo una militancia política activa, pero creo que desde el arte uno hacer su aporte.


Tras unas merecidas vacaciones en familia, Villamil está lista para comenzar el nuevo año con un ciclo de conciertos en el Torcuato Tasso (viernes y sábados de febrero, a las 22), donde repasará buena parte del repertorio de sus dos discos y presentará, además, algunas canciones nuevas propias y de otros, como la que inmortalizó Violeta Parra, Maldigo del alto cielo. "En abril partiremos a Chile y en mayo volveré a España, a Madrid y otras ciudades -adelanta-. Por primera vez voy a cantar en Roma, me da mucha ilusión. También haremos una gira por varias provincias nuestras."


Entre julio y agosto volverá al set de filmación junto a Viggo Mortensen (El señor de los anillos) con el thriller Todos tenemos un plan, de la debutante Ana Pitterbarg. "Me gusta cómo poco a poco se va armando el año -confiesa-. Hay un poco de todo."


Y allí está la Soledad que canta y actúa, que actúa y canta. "Soy la misma persona haciendo cosas diferentes."


Por Fabiana Scherer
fscherer@lanacion.com.ar





En internet www.soledadvillamil.com


MUY PERSONAL
Nació el 19 de junio de 1969. Los primeros seis años los pasó en La Plata.

Desde muy chica se relacionó con la música. Estudió iniciación musical, toca algo de piano e hizo flauta traversa durante varios años.
A los 15 comenzó a estudiar teatro en el colegio. Al terminar el secundario cursó en la Escuela Municipal de Teatro. También tomó clases con Ricardo Bartís. Con sólo 20 años interpretó a Ofelia de Hamlet en el Teatro San Martín. También hizo Es necesario entender un poco, de Griselda Gambaro; Monólogos de la vagina, con dirección de Lía Jelín; Matar el pensamiento, con dirección de su pareja, Federico Olivera, y Ella en mi cabeza, dirigida por Oscar Martínez.
En el 1993 debutó en la televisión con Zona de riesgo. Le siguieron Nueve lunas, De poeta y de loco, Vulnerables, Culpables y Locas de amor, entre otros ciclos.


En cine hizo Vivir mata, de Bebe Kamín; Un muro de silencio, de Lita Stantic; La vida según Muriel, de Eduardo Milewicz; El sueño de los héroes, de Sergio Renán; El mismo amor, la misma lluvia, de Juan José Campanella; Un oso rojo, de Adrián Caetano; No sos vos, soy yo, de Juan Taratuto, y El secreto de sus ojos, de Campanella.

La Clarita Taboada en la obra Glorias porteñas (1998) fue una revelación, allí se reencontró con su yo cantante. En 2007 dio a conocer el disco Soledad Villamil canta y se consagró con el Premio Gardel en la categoría Mejor Album Nuevo de Tango. En 2010 lanzó Morir de amor, que le valió el Gardel a Mejor Intérprete femenina de Tango.

"Sigo con las mismas costumbres", asegura esta mujer que practica yoga y mantiene su dieta vegetariana. "Uno descubre lo que le hace bien y continúa en ese camino."


Fuente: La Nacion

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