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03 diciembre 2010

Soledad Villamil - Entrevistas

“La fuerza del deseo me impulsa y me sostiene”
Hace yoga, actúa, canta, y en todo le va bien. Mientras se prepara para presentar el 3 y el 4 de diciembre en el Teatro El Nacional su disco Morir de amor, dice que la clave es dejarse llevar para vencer los miedos, las dudas y prejuicios.
Nada parece alterar el estado zen que logró Soledad Villamil gracias a la práctica de ashtanga yoga, su alimentación naturista y, sobre todo, por su personalidad serena y su necesidad de expresarse. La premian cuando canta y cuando actúa, pero ella sólo agradece, sonríe y dice que lo importante es el trabajo. Es una de las protagonistas de El secreto de sus ojos, la película que este año ganó un Oscar pero –en vez de caminar por la alfombra roja de Hollywood– prefirió ver la premiación desde el living de su casa y limitarse a decir que era un reconocimiento para el director, Juan José Campanella. Su carrera se vuelve cada vez más internacional, pero la actriz y cantante prefiere irse de gira por el interior del país y llevar sus espectáculos a pueblos como Las Heras o Plaza Huincul.

“No es que me quiero alejar de la exposición, pero siempre tuve la sensación, y todavía la tengo, de que el camino se construye paso a paso. Lo que me mueve en mi profesión son las ganas de subirme a un escenario, de contar, de emocionarme, de emocionar. Eso es a lo que me remito permanentemente”, cuenta Villamil a Tiempo Argentino, en un pequeño descanso de su gira, mientras espera cerrar un año de éxitos y reconocimientos, con dos actuaciones (el 3 y 4 de diciembre) en el Teatro El Nacional. Como si le faltaran premios, hace poco se llevó el Gardel como mejor álbum artista femenina de Tango, por su disco Morir de Amor y el Goya como mejor actriz revelación. La lista sigue.

–¿Tenés una vitrina en tu casa con todos los premios?
–Los fui poniendo en un lugar, no en una vitrina. A veces, mis hijas juegan con las estatuillas. Los premios son una instancia de gratificación, pero no están ligados con el quehacer diario. Son situaciones extraordinarias que me han tocado vivir, lo agradezco enormemente, me siento muy feliz, orgullosa, contenta: sé que es algo excepcional. Están muy buenos, pero tienen esa cosa de quedar un poco en el aire.

Pasaron 13 años desde que Soledad Villamil, ya consagrada como actriz y conocida por la televisión, decidiera dedicarse a la música con un espectáculo de teatro musical, que se llamó Glorias Porteñas. Allí, le demostró a la sociedad que, además de ser capaz de interpretar personajes complejos, tenía una voz madura y armónica. Apareció con sus vestidos largos y sueltos, su pelo tan negro, su cara limpia y casi sin maquillaje, sus ojos enormes, transparentes, potentes. Toda su belleza natural. Igual, aunque cante, ella no deja de actuar.

–¿Qué balance hacés de tu carrera como cantante?
–Mi debut como cantante fue con una obra de teatro musical, que de alguna manera implicó que, por primera vez, me subiera a un escenario a cantar, a usar la canción como un elemento de comunicación, además de la palabra como actriz. Pero seguía siendo un espectáculo de teatro musical. Pero después de esa experiencia, se dio esta nueva instancia de trabajar en lo musical meramente, como un concierto y cada disco de esa manera. Creo que hay un desarrollo paulatino y progresivo de lo que es mi propia relación con el canto y cómo se fue instalando en mi vida. El canto fue ocupando un lugar cada vez más importante.
–¿Cómo lo manejaste con la actuación?
–La actuación y el canto son dos cosas distintas, si bien soy la misma persona. Sobre el escenario sigue siendo interpretar, integrarse con el público. Pero para mí son dos situaciones bastante diferentes. En el último tiempo lo musical cobró un protagonismo que antes no tenía, pero trato de ir organizándome de algún modo para seguir trabajando como actriz en los proyectos que me interesan y en los que quiero involucrarme.
–¿Te preocupaban los prejuicios cuando decidiste cantar?
–Fue todo muy progresivo. Al principio, como era teatro musical, tenía un personaje y una situación, así que de algún modo mi condición de actriz me protegió para encarar el canto arriba del escenario. Fue gradual, pero cuando grabé Canta y me decidí a incursionar en este proyecto, sí sentí un vértigo y una preocupación de qué iba a pasar con esto. Pero siempre la fuerza del deseo me impulsa y me sostiene. De alguna manera equilibra los miedos y las dudas que uno puede tener, son tantas las ganas que le pasás por encima a los temores y a los prejuicios.
–¿Te importan las críticas?
–Me preocupaba y me intrigaba la crítica especializada, a ver qué decía. Pero cuando nos dieron el Gardel y recibimos buenos comentarios de la crítica me puse muy contenta. Siento que de alguna manera es como corroborar un camino, y que también desde el ámbito de lo musical recibo buenos comentarios. Pero todo eso no sería posible si yo no sintiera en mi fuero más íntimo la pasión que siento por la música y las ganas de cantar, que lleva adelante todo. Incluso si no le gustara a nadie como canto, lo haría de todos modos.
–¿Nunca se te ocurrió unir el canto y la actuación en una comedia musical?
–Francamente por ahora no me interesa la comedia musical, en principio no. Igualmente, me han pasado un montón de cosas que no pensé que me iban a pasar, así que sería necio de mi parte decir que jamás lo voy a hacer. No es un camino que quiera desarrollar. Me interesa pensar en mis espectáculos, en el desarrollo de nuevos discos, en cambiar mi repertorio, no en interpretar el trabajo de otro. Mi acercamiento a la música tiene que ver más con indagar en lo que quiero decir y cómo que como intérprete de otro espectáculo.
–¿Y trabajar en el exterior?
–No se ha dado la situación de irme. No lo descarto, por supuesto me interesa la experiencia filmar una película afuera o una coproducción. Pero yo creo mucho en la construcción en la vida cotidiana y me gusta entrenarme, encontrarme con mis compañeros es algo que disfruto mucho.
–¿Cómo te recibe la gente en el interior del país?
–Estuve viajando muchísimo con el espectáculo. Mucha gira tanto por el interior como por España y Brasil. Por suerte, la recepción es muy cálida. Hemos hecho funciones en lugares muy recónditos y es una alegría poder acercarse al público que no está acostumbrado a esto, estuvimos en Comodoro Rivadavia, en Las Heras, en Plaza Huincul. En lugares muy apartados, donde la programación cultural si bien existe no tiene la intensidad que puede tener en Buenos Aires. Hay gente que se acerca porque tiene los discos, conoce las canciones y de alguna manera está involucrada en el aspecto musical de mi trabajo. Y otros porque me conocen como actriz, por supuesto que el éxito de El secreto de sus ojos logró que mucha más gente se interesara y se sintiera atraída por lo que yo podía presentar. <


Fecha: Noviembre 2010

Soledad Villamil
Se hace camino al cantar Más allá de sus trabajos como actriz, sacó un segundo disco, “Morir de amor”, que presenta en El Nacional.

Voy de a poco. Pongo un piecito a ver cómo está la superficie. No es que lo piense, me sale: está en mi personalidad.

Fue fundacional para mi empezar con Hamlet de Bartís, a mis veinte años. Fue recibir una impronta de teatro o muerte. Un hombre de una pasión por el trabajo extraordinaria, alguien radical en sus pensamientos y en su acción y en el teatro que hace. Una obra, para él, se ensaya el tiempo que hay que ensayar. Comulgué con eso y me sentí identificada. Después, costó abrirse a otras voces o modelos.

Disfruto mucho los procesos, no me planteo resultados a priori. Me enamoro de una canción y así, voy probando. Manejo un ritmo pausado para lo que se manejan los tiempos hoy. Empiezo intuitivamente y después la búsqueda me devuelve una idea, una temática, algo así como una orientación. En el primer disco fue una cosa más campera. Aquí, en Morir de amor, pasó por el lado de los afectos. Hay dos temas míos. La medida era una canción que escribí y olvidé. La encontré no hace mucho y le vi un aire de vals. El segundo, Santa Rita, tuvo otro origen: nos hacía falta una canción más arriba. El director musical, el gran José Teixidó tenía la música y me alentó a que le pusiera la letra.

En la primera adolescencia, antes que nada, fue la música. Estudié iniciación musical, un poco de piano, flauta traversa estudié varios años. Y siempre, basicamente, canté. Mi instrumento fue la voz. Pero a los quince, mi primera clase de teatro fue una revelación. Me metí mucho con eso, talleres, EMAD, Bartís. Hasta la Clarita Taboada en Glorias Porteñas. Ahí un poco se junta todo.

Consulto la elección de los trabajos basicamente con mi intuición. Y desde hace 13 años con Federico Olivera, mi esposo. Los dos compartimos eso en nuestros oficios. No hablo de una intuición sobrenatural, mágica, pero quizá lo que privilegio es el momento de calma y sosiego interior y ver qué es lo que me resuena. A veces te puede decidir un guión, un director, las ganas de trabajar con un actor o una actriz. No tengo una respuesta.

El proyecto musical tiene que ver con alcanzar mi propia voz, con lo autogestivo desde la producción, poder hablar más en primera persona artísticamente. Cuando me llaman, como actriz, me sumo a un proyecto cuya pulsión inicial fue de otro. Lo cual es buenísimo también. Y es algo que disfruto mucho. Pero son dos cosas diferentes y hay algo en mí, una necesidad, que me impulsa a manejar ambos registros.

Una película, para un actor, son dos meses de trabajo y podés entrar en la historia. Es así. Y ese registro de intensidad se percibe en el rodaje. Nadie piensa en esos términos, pero debe influir esa sensación de aquí se está imprimiendo algo que queda. Es intenso: de hecho cuando se termina un rodaje se vive una sensación de vacío rarísima. Te hiciste en ese tiempo casi de una familia, con códigos propios. Un mundo paralelo.
Así como en la vida te vas encontrando con gente, en el trabajo con Ricardo Darín hay una afinidad absoluta, en el punto de vista, en cómo ve las escenas, en una muy sabia distribución entre muchísimo compromiso y nada de solemnidad. Además de todo eso, es un compañero extraordinario, el compañero ideal.

Cuando transmitieron el Oscar estaba en un sillón, agarrada de la mano de mi abuela, transpirando. Qué nervios. Con el Goya me enteré mientras jugaba con las nenas en la plaza. Justo cuando me estaban pegando los cuarenta, me dan el premio revelación. Me rejuveneció.
Una de las cosas que más me gusta de Juan José Campanella es lo genuinamente argentino de su lenguaje. En todas sus películas.

Me dio vértigo cuando salté el cerco de la actuación a la intérprete. No hay decorado, no hay cuarta pared, no hay escenografía, no hay guión. Hay una cuota de ficción importante: el subir a un escenario se instala una ruptura de la continuidad, una condensación necesaria. Y otra ficción que queda anclada en la canción en sí. Pero no hay un personaje que ampare. Igual, hace un tiempo que no lo necesito más. De todas maneras, un concierto es una puesta en escena, una organización sucesiva de climas. Que se apoya en luces, intimidad, estallidos. La puesta de El Nacional la hace Federico. Todo lo posible de estar trabajado, está siendo trabajado. No sé hacerlo de otra manera.

Fecha: Noviembre 2010

Soledad Villamil
"Fue el año más intenso de mi vida"
Antes de subirse al escenario para celebrar su consagración como cantante, repasa el fenómeno que generó el Oscar a El secreto de sus ojos
Soledad Villamil abre la puerta de la sala de ensayo y lo primero que dice sin respirar es: "Vamos a comer, hoy tengo un día largo por delante". Nada en su semblante ofrece rastros de que su vida haya cambiado de manera drástica por ser el rostro más expuesto de la pantalla grande, cuyos ojos son los más difundidos de la Argentina a partir del fenómeno que generó la película El secreto de sus ojos, de Juan José Campanella. El Oscar a la mejor película extranjera no cambió ese aire de naturalidad que porta cuando camina por una calle del barrio Almagro con un vestuario suelto y sencillo de practicante de yoga. Esta Soledad Villamil es más parecida a "la mamá de Violeta y Clarita" al ama de casa que comparte la vida hace catorce años con Federico (Olivera); a la geminiana de libro que salta de curso en curso para sentirse activa; a la mujer pudorosa que mantiene la intimidad cotidiana, lejos de los focos del espectáculo.

De tan natural, parece invisible. Nadie la saluda ni le reclama autógrafos entre las dos cuadras que separan la sala de ensayo del Café Vinilo, donde la reciben como si fuera de la familia (pide una pechuga con verduras grilladas y un agua natural). En un viejo combinado con ruido a púa suena un disco de George Harrison. Parece un refugio (una palabra que utilizará varias veces en la charla), aislada del mundanal ruido. Villamil está (se siente) en su ambiente para hacer un balance de año que empezó muy arriba con el Oscar y cierra a toda orquesta con un concierto en el teatro El Nacional.

"Este fue un año muy fuerte, intenso a todo nivel", dice, y se queda pensando, como si reviviera cada momento de la ceremonia de los Oscar, que vio en su casa sentada frente al televisor. "Todo lo que ocurrió con el Oscar y la película fueron cosas extraordinarias de felicidad y excitación enorme. Y ahora este cierre en el teatro El Nacional es, para mí, la reconfirmación como cantante, que se empezó a desarrollar hace menos tiempo que mi trabajo como actriz. Estoy sembrando el camino para el futuro."

En el momento de mayor exposición que recuerde en su vida, Soledad le hizo caso otra vez a su naturaleza. Dejó que el teléfono sonara sin parar durante varios meses y siguió, laboriosa como hormiguita, con las clases de teatro en el estudio que armaron con su pareja hace dos años, cocinando y acompañando al colegio a sus hijas Clara y Violeta, y construyendo pacientemente el camino como cancionista que había comenzado con el repertorio criollo de Soledad Villamil canta (2007) y profundizó artísticamente en su última producción, Morir de amor , en la que se pone en la piel de tangos, valses y milongas. "Siento que éste es un momento de mirar en perspectiva lo que hice hasta ahora y ver el recorrido que me llevó de salir de la experiencia de Glorias p orteñas hasta llegar a este Morir de amor , donde vamos más allá del registro tanguero para encarar la canción. Es lo que se viene", aventura Villamil.

No se la ve promocionando un disco. Villamil habla de la música con familiaridad. "La música me sirvió para pilotar momentos donde estás jaqueado por un montón de situaciones como lo del Oscar que te descentran y podés perder la perspectiva de tu realidad. Es un espacio de amparo, que me obliga a conectarme conmigo, más allá de la expectativa del exterior. Es como volver a casa, donde podés decir: «Esta soy yo»."
Ese lugar familiar está ligado con su infancia y adolescencia, un hogar con muchos discos, clases de música y recuerdos de las canciones que la acompañaron durante todo ese período de descubrimiento y despertar a la vida: "Desde los once años que soy fan absoluta de Buarque y Jobim. Me acuerdo de que tenía un grabador Panasonic de esos con los botones de tecla y la tapa que salía para arriba, con el que iba para todos lados. Era mi walkman . El tango no entró en mis gustos hasta Glorias p orteñas".
En esa chica que no paraba de cantar sus canciones preferidas dentro de las cuatro paredes de su casa (otra vez, la intimidad) quedó guardado como tesoro el potencial de un oficio que empezó a mostrar primero en las obras musicales Recuerdos son recuerdos y Glorias p orteñas (un fenómeno teatral con el que hizo giras por el exterior y dos temporadas en el Teatro San Martín), que terminó de consolidar con su primer disco de 2007. "Esto de cantar me acompañó siempre. En casa se escuchaba buena música, y si a los chicos les ponés buena música, los estimulás."

Algo le pasó desde que redescubrió el oficio de cantar, paralelamente a su sólida carrera como actriz. Un clic que le permite, sobre el escenario, estar más cerca de una Villamil real. "Ahora soy yo. En mi faceta de actriz, todo el tiempo se trata de hacer personajes. Subir al escenario en condición de cantante es distinto. No hay libretos ni personajes, solo las canciones. Es como saltar al vacío."
La popularidad que alcanzó su rostro y su trabajo como protagonista de películas comoUn muro de silencio, Un oso rojo, El mismo amor la misma lluvia; tiras de televisión como Culpables, Vulnerables, Locas de amor, y obras de teatro como Ella en mi cabeza, potenciaron la difusión de la Villamil cantora. "Tuve la suerte que no todos tienen. Si la gente no me conociera como actriz, hubiera sido un camino mucho más largo", se sincera.

El efecto Oscar también se hizo notar en la vida profesional de Soledad. Giras y nuevos guiones para filmar le permiten tener planificado el 2011. El efecto también llegó a la vida cotidiana. "Me pasó algo gracioso con una de las amiguitas de mis hijas. Yo llegaba de una producción para una nota, para la que estaba peinada, maquillada y vestida de una manera que esta niña de 10 años me dice: «Yo te veo venir así y viene Soledad Villamil; no viene la mamá de Violeta». Y claro: me dio una perspectiva perfecta de mi trabajo y exposición. En el ámbito familiar, de mis hijos y los amigos, soy yo, pero de repente está toda esa otra posición de la exposición como actriz que ella pudo objetivar. A mí me hace bien tener esos lugares donde no tengo que sostener ningún personaje, y ese lugar es la pareja, los amigos, la familia. Yo lo necesito. No sé otros, pero yo sí".

Soledad resguarda celosamente ese espacio. Pero tira varias pistas: "Soy muy curiosa y hago un montón de cursos. Necesitaría cinco vidas para hacer todo lo que quiero." Dice que no mira la televisión, pero sigue los acontecimientos mediáticos a través de la radio. "Se agarraron Mirta y Luppi, ¿no?", comenta al pasar. La caja boba quedó por el momento en un segundo plano dentro de su vida profesional. "No tuve muchos ofrecimientos y tampoco creo que haya mucho espacio para la ficción. Cuando debuté en Zona de riesgo, era muy distinto. Había dos unitarios todos los días. Era a fines de los ochenta. No nos habían aplastado los noventa todavía."

Fecha: Noviembre 2010

ENTREVISTA CON SOLEDAD VILLAMIL
“Le agradezco a la vida”
La actriz y cantante tuvo un gran año, que cerrará con dos shows en El Nacional. “Pude encontrar el equilibrio entre ambas actividades, aunque soy devota de la canción. Vivo todo con mucha alegría y agradecimiento”, asegura.

La carrera de Soledad Villamil viene creciendo a pasos agigantados. Protagonizó junto a Darín “El secreto de sus ojos”, el film de Juan José Campanella, que ganó el Oscar como Mejor película extranjera en la última entrega de la Academia. Actuó en exitosas series de televisión y obras de teatro por las que cosechó importantes premios (más de un Martín Fierro, Ace y Cóndor, por ejemplo). Y como si eso fuera poco, cada vez que graba un disco lo convierte en “Gardel”.

Su perfil más conocido es el de actriz ya que su lanzamiento como cantante es bastante más reciente, surgió hace pocos años luego del éxito de “Glorias porteñas”, un espectáculo musical de evocación tanguera.

En 2007 grabó “Soledad Villamil canta”, ganador de la categoría Mejor álbum de Tango. En su último trabajo discográfico, “Morir de amor”, recopila canciones criollas de distintos géneros versionadas por su estilo y suma otras de su autoría. ¿Resultado? Mejor intérprete femenina de tango.

Ahora, para despedir el año, se presentará en el teatro El Nacional (Av. Corrientes 968), el próximo viernes y sábado, a las 21.30. Allí, además de repasar su repertorio conocido, también va a estrenar nuevas canciones. Soledad no para de producir, de concretar, de realizar... “Vivo todo esto con mucha alegría y mucho agradecimiento. Le agradezco a la vida, porque este camino es muy difícil y está lleno de rosas pero también de espinas”, cuenta Soledad -muy amable- desde el otro lado de la línea telefónica, la misma por la que en las dos horas siguientes -al menos-, responderá varias entrevistas más.

En tu faceta de cantante y actriz hay similitudes. En los dos casos estás contando historias, las estás interpretando. Desde tu sensibilidad de artista, ¿cómo lo ves?
Lo definís muy bien, cuando canto, igual que cuando actúo, estoy interpretando. Soy una especie de mediadora entre el público y la obra. En un caso es la letra escrita, la poesía y en el otro es el guión pero, en esencia, se trata de darle vida a esos textos, a esos personajes. Es como “olvidarte de vos” por un momento y encarnar esa historia, vivir esa canción. Es interesante ese proceso porque uno, además, le agrega su propia subjetividad y lo que construye son siempre versiones.
Como cantante, como intérprete de tango, ¿sentís la influencia de haber estudiado teatro?
El entrenamiento como actriz me ha aportado muchísimo entrenamiento y yo me involucro en cada contenido y en cada rol con la misma pasión y con las mismas ganas. Creo que todo tiene mucho de intuición, que es la que te va “guionando” y llevando por el camino correcto. Se trata de intuir y elaborar, más o menos por partes iguales, así vas entrando como en un juego en el que te involucrás cada vez más.
En “Morir de amor” hay varias canciones tuyas, como “La Medida” o “Santa Rita”, y además estás haciendo temas nuevos, ¿cómo es tu trabajo, tu “sistema” como compositora?
Yo soy devota de la canción, porque es una forma en la que mágicamente la música, la letra, la poesía se unen de manera perfecta. Entre los distintos elementos siento una fuerza de condensación que realmente siempre me apasionó. Por eso aprendo y escucho desde muy chica, y escribir sale de ahí, de la necesidad de expresar algo de mi parte. También es importantísimo el aporte de José Teixidó, con quien trabajo de forma conjunta en cada canción. Tanto en la música como en las letras me siento inmersa en una constante búsqueda y esa es mi forma de encarar la composición y también a partir de ahí es como me encuentro con autores nuevos. Después se desata todo el proceso de maduración.
Tenés un repertorio temático. ¿Cómo nace tu vínculo con la música criolla, rioplatense?
Mi amor por la música es muy antiguo, data desde mi infancia. Fui al Conservatorio, tocaba el piano, la flauta traversa y desarrollé un vínculo cotidiano con el arte que después también me llevó por el camino del teatro. Después “Glorias porteñas” fue una especie de bautismo que me condujo a transitar el género “campero”, desarrollado en mi primer CD y más tanguero y romántico, en el segundo. Mi impronta, poco a poco, se fue perfilando por ese camino.
En este momento, ¿pensás que tu carrera de actriz y de cantante se encuentran equiparadas, en la misma línea?
Me parece que sí. La propia cotidianidad me fue llevando a encontrar una especie de equilibrio entre una y otra actividad, aunque últimamente he privilegiado un poco más la música, por eso cada vez fue adquiriendo un lugar más importante en mi vida.

Fecha: Diciembre 2010

Villamil: "Mi aporte al tango puede ser dotarlo de una mirada femenina"
La actriz y cantante Soledad Villamil, que hoy y mañana presentará dos conciertos de impronta tanguera en la sala del teatro El Nacional, arriesgó que su aporte al género “puede ser dotarlo de una mirada femenina”.

"Creo que mi aporte, modestamente, puede ser el de no cantar el tango como si fuera un varón porque es un género macho y nada más, sino demostrar que permite que las intérpretes mujeres nos acerquemos de otra manera”, indicó Villamil en charla con Télam.

Con un presente signado por sus dos discos en solitario (“Canta” y “Morir de amor”) pero también con el valioso legado recogido en su experiencia en los espectáculos de “Glorias porteñas”, la vocalista apuntó que “mi acercamiento interpretando canciones del repertorio de principios del siglo XX, significó una búsqueda bastante profunda en las grandes interpretes de aquella época”.

“En los años 20 -detalló- convivían Carlos Gardel y Libertad Lamarque y ninguno era más verdadero que el otro. La impronta varonil después ganó mucho lugar el tango y entonces avanzar desde el lugar femenino es algo que me sale y que puede aportar”.

La artista que como cantante y autora ya le dio forma a un par de premiados álbumes cuyos repertorios logró llevar por la Argentina y también por algunos escenarios de Brasil y España.
“Me sorprendí de lo bien que se recibió afuera, tanto el disco como los conciertos, porque los temas que interpreto en mis discos pertenecen a géneros muy locales pero que a su vez tienen un gran atractivo”, arriesgó la actriz que en febrero pasado consiguió el Premio Goya a Mejor Actriz Revelación por su papel en la laureada “El secreto de sus ojos”, de Juan José Campanella.

Así, mientras trabaja en un nuevo repertorio de reversiones y composiciones propias a las cuales se empezó a animar en su último cd y se prepara para un año que ya augura un nuevo papel -aún indefinido- en la pantalla grande, Villamil cierra el año con dos conciertos en la sala ubicada en avenida Corrientes 968.

Los recitales se desarrollarán desde las 21.30 y en ellos Soledad estará secundada por José Teixidó (guitarra, arreglos y dirección musical), Nicolás Perrone (bandoneón y acordeón), Gerardo de Mónaco (contrabajo), Paula Pomeraniec (cello), Juan Tarsia (teclados), Augusto Argañaraz (batería), Martín González (percusión), Federico Lazzarini (trompeta) y Santiago Castellani (trombón).

-¿Cómo van a ser los shows?
-Son dos actuaciones de cierre de año y de cierto recorrido por “Morir de amor” y “Canta”, el primer disco. Y también vamos a adelantar algunos temas de un repertorio nuevo abriendo el panorama hacia el futuro. Creo que es una especie de buena síntesis de fin de año, ver de dónde venimos y hacia dónde vamos.
Nosotros venimos haciendo conciertos con no más de cinco músicos pero en este caso vamos a ser nueve en el escenario y esa ampliación va a darle un juego musical y tímbrico interesante.
-¿Cómo fue tu experiencia presentando un material que, por un lado, es tan local y por otro tan atractivo para el extranjero?
-En todos lados tuvimos una recepción muy cálida, muy entusiasta, que generó mucho vínculo y ganas de volver y desarrollar ese espacio. Eso quizá tenga que ver con esto que hago de no encasillarme en un solo estilo y género, sino de abrir y ampliar la búsqueda, porque creo que eso le permite al público extranjero poder tener un panorama amplio, conocer y entusiasmarse.
-¿Cómo ves el presente del tango?
-Al tango lo veo muy vivo, muy pujante, con muchísimos músicos jóvenes que se suman a los grandes maestros que todavía están y sirven de faro.
Creo que el tango tiene la virtud de ir resignificándose permanentemente como género puro y como posibilidad de darle diferentes abordajes y eso le otorga una vitalidad muy importante.
-¿Estás trabajando en un próximo cd?
-Tengo ganas de volver a grabar y para eso estoy trabajando tanto en la selección del repertorio, como en el camino de la composición. Tengo la sensación de que hay material y ganas de bajarlo en un disco que, espero, salga el año que viene. 

Fecha: Diciembre 2010

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