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22 diciembre 2008

La noche de las librerías

El miércoles 10 de diciembre, la calle Corrientes se volvió peatonal de Talcahuano a Callao, para la Noche de las Librerías.

Todas las librerías permanecieron abiertas hasta la una de la mañana, algunas también organizaron puestos en la calzada donde vendía ofertas de lo más interesantes.
Era extraño circular tranquilamente allí donde habitualmente los coches corren a un ritmo infernal. Cada dos calles, sillones blancos creaban un espacio lo bastante íntimo para que los paseantes vinieran a instalarse para charlar, leer u hojear el libro recién comprado o simplemente mirar pasar a una parte de las 10.000 personas que se reunieron para este acontecimiento.
Ciertas librerías así como cafés y teatros presentaban mesas redondas, conferencias, presentaciones de libros... Actores venían a leer sus páginas preferidas.

Para cerrar esta bella experiencia, música. Primero, un corto recital de Darío Jalfin, que presentaba su álbum Le pondría una letra. Un sonido jazzy que se permite atajos por el lado de otras músicas, por ejemplo la cumbia. Letras actuales, llenas de juegos de palabras y de humor.

Y luego, para terminar esta noche, un recital de la bella y muy talentosa Soledad Villamil.
Esta linda morocha de ojos verdes, vestida para la ocasión con un largo vestido rojo, se ha vuelto, ya no una actriz que canta, sino una verdadera cantante. Ya no es Clarita Taboada de Glorias Porteñas, aún si el estilo de las « cancionistas » de los años treinta forma parte de sus raíces musicales.

Una voz clara, profunda, una comprensión sutil de los textos y de los ritmos le permiten varias los estilos, tango, milonga, chamarrita, ranchera… Los versos de Castillo, Yupanqui, Zitarrosa, Malerba y otros que perdieron tantas veces su sustancia para volverse una simple demostración de potencia vocal (Adiós Pampa mía) vuelven a su verdadera savia en el canto de Soledad Villamil.

No hay, sin embargo, demasiadas innovaciones en su manera de cantar, ni aún en los arreglos del excelente guitarrista José Teixido. Y es quizás lo que nos parece mejor. Son viejas canciones, enraizadas en su mayoría en la pampa. Este respeto, diríamos, de una cierta tradición sólo las vuelve más actuales e interpelan a la memoria colectiva argentina. Los cuatro músicos, guitarra, bandoneón, contrabajo y percusión, crean por otra parte, un marco perfecto para la interpretación de la artista.

por Alain Chedeville Mauricio Rodríguez

Funte: http://lachansondelacigale.blogspot.com
Publicado: 22 de diciembre de 2008

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