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07 noviembre 2010

Soledad Villamil - Entrevistas

SOLEDAD VILLAMIL
“En mi carrera he tenido la suerte de poder elegir”
Coronó sus veinte años de trayectoria con su protagónico en El secreto de sus ojos, la película ganadora del Oscar, que a ella le valió un premio Goya. Dueña de una voz admirable, se lanzó como cantante y cautiva públicos de todo el mundo. La golpeó el corralito y fue víctima de un robo, pero nunca pensó abandonar el país. “Este es mi lugar”

La voz de Pedro Almodóvar le quedó resonando en la cabeza. De un salto, se paró frente a la pantalla y se tapó la boca, abierta por efecto del asombro. Se emocionó sin poder articular palabras, como un chico que se queda mudo al recibir el regalo más soñado.Todavía incrédula, se vio en la cima del reconocimiento del cine mundial. Pero no se quedó a vivir ahí. “Lo que ocurrió y sigue ocurriendo con la película superó toda mi capacidad de sorpresa”, dirá su protagonista, en algún momento de la entrevista, casi obligada por el recuento del éxito alcanzado.

(Belleza natural: La de Península Valdés... y la de Soledad, obviamente. La actriz y cantante volvió a Madryn después de veintipico de años. La última vez había sido de adolescente y como mochilera. )
Seis meses después de aquella madrugada de catapulta a la historia, El secreto de sus ojos hace punta en los cines londinenses, ocupa carteleras en Berlín y se lee en francés en las salas parisinas. Y a Soledad Villamil (41) no le alcanzan los estantes para ordenar las estatuillas acumuladas. Pero ella, sin falsa modestia, dirá que apenas tuvo “un poco de suerte”. Y cambiará rápidamente el eje para rememorar que, alguna vez, siendo adolescente, se cargó la mochila al hombro y atravesó la Patagonia, desde Esquel hasta Puerto Madryn, en uno de esos viajes que son pura aventura.

De nuevo en Chubut, el aire es el mismo que hace veinte años, pero el camino recorrido es diferente. Esta vez no habrá mochilas ni destinos errantes, ni aquella rebeldía adolescente. En el viaje de los años se habrán sumado experiencias, un marido (el actor Federico Olivera, 40), y dos hijas (Violeta, 9, y Clara, 4) Pero la esencia será la misma.

La mirada límpida y serena, la sonrisa amplia y el trato afable que muchos de los que alguna vez visitaron una cima dejaron en el olvido. Villamil habla con calma, responde amable y conserva la sencillez de aquellos (pocos) que saben que pueden reposar sobre el talento reconocido.

–¿Cómo viviste el fenómeno de El secreto de sus ojos?
–Todo lo que ocurrió y sigue ocurriendo superó mi capacidad de sorpresa. No porque piense que no lo merecía; al contrario. Pasan cosas en la película que no sólo representan algo para el público argentino, sino para muchas culturas y países.

-Es llamativo, porque toca temas que tienen que ver con la historia local.
–Sí, totalmente. Además (Juan José) Campanella tiene una forma de escribir muy local. Pero también hay cosas que tienen que ver con la justicia, la verdad, o la idea de mirar hacia atrás, de asumir la propia historia, o de no hacerlo, que le dan una fuerza que toca a cualquiera. Hay un lugar en que esa profundidad, esas raíces tan sólidas que tiene la película, impactan a cualquier público.

–Más allá de los premios que ganó el filme, recibiste varias distinciones como protagonista. ¿Cómo te sentiste?
–Totalmente orgullosa y privilegiada de haber participado en ese elenco. Uno puede trabajar bien y, sin embargo, no estar en determinados lugares en el momento apropiado. Por eso, hay que disfrutar y festejar mucho cuando ocurren estas cosas. Quizá la gente desde afuera ve todo muy glamoroso, pero se pasa por momentos realmente difíciles.

–Tu carrera está construida de una forma muy selectiva. Parece que te pudiste dar el lujo de elegir tus trabajos. ¿Es así?
–Siempre elegí involucrarme con proyectos que fueran atractivos para mí. He tenido la suerte (aunque no sé si es la palabra indicada) de poder elegir. Eso tiene un aspecto positivo, de hacer cosas que a uno le apasionan. Pero también trae sus problemas, porque te preguntás: “¿Qué pasa si no hago esto?”; “¿Qué pasa si no estoy durante un tiempo?”. Eso trae incertidumbre económica. Lo positivo es que podés ir construyendo de una manera más sólida, y vivir el día a día con mucha más alegría. De repente, cuando era más chica, estaba más pendiente de qué iba a pasar. Pero si algo bueno tiene el paso del tiempo, es que me enseñó que las cosas van pasando, y no hay que desesperarse. El tiempo me dio calma para tomar decisiones.

–¿Eso es la madurez?
–¡Eso es!

–Tenés 41 años... ¿Cómo los llevás?
–En el cuerpo, por suerte, todavía no se nota tanto. En el alma, un poco más. Pero el problema tiene más que ver con el estigma social, no tanto con la realidad. Porque, si ayer tenías 39 y hoy tenés 40, ¿cuál es la diferencia? La cosa tiene que ver con ese culto a la juventud que hacemos en Occidente, y la desvalorización total de la madurez y la ancianidad. Estamos mirando todo el tiempo lo nuevo, lo que viene. La experiencia poco importa...

(“¿Cómo llevo mis 41 años? En el cuerpo, por suerte, todavía no se nota tanto. En el alma, un poco más. Pero el problema tiene más que ver con el estigma social, no tanto con la realidad”.)

–¿Lo estético te preocupa mucho?
–Sí, me cuido bastante. Es algo que me vino con los años. Hago gimnasia, cuido lo que como... Por suerte soy actriz, porque no es algo que me nace naturalmente. Pero agradezco a la profesión, porque si no, no lo haría.

–Hace un par de años decidiste lanzarte de lleno al canto. ¿Sentís que tenés la misma presión en la música que en la actuación?
–Al principio, lo de cantar fue relajado: hacer algo porque me gustaba. Luego, el proyecto tomó otra dimensión, creció mucho y adquirió un protagonismo muy importante en mi actividad profesional. Pero yo le puse energía para que fuera así. ¡Y ahora salieron shows por todos lados! Estuvimos en España y en Brasil, en diciembre voy a estar acá, en el teatro El Nacional, y para el año que viene ya tengo varias fechas cerradas en Europa.

–Los géneros que elegiste para cantar son muy autóctonos: tango y ritmos rioplatenses. ¿Es una necesidad de mostrar tus raíces?
–Salió así por afinidad, por gusto, por enamoramiento de las canciones. Es cierto que tiene mucha carga de acá, pero sin caer en el lugar común. Es lo porteño, pero de un modo no tradicional. Y es una forma, en el caso del tango, de rendirles homenaje a figuras como Libertad Lamarque o Tita Merello, personalidades muy fuertes de otra época, y tan interesantes culturalmente para nuestro país.

–¿Y ahora creés que estamos en un momento interesante?
–Sí, totalmente. Nuestro país es riquísimo en el terreno cultural. No siempre las posibilidades de desarrollo económico están a la altura del talento o la capacidad que hay. En la música, el teatro, la literatura, la pintura, es muy singular lo que pasa aquí: hay exponentes nuestros en todo el mundo.

–Teniendo tanto éxito en el exterior, ¿nunca pensaste en ir a trabajar afuera?
–No. Irme a vivir a otro país no es algo que haya evaluado. Este es mi lugar. Ni siquiera en la época más difícil que nos tocó vivir, en 2001, cuando nos agarró el corralito, lo tuvimos en cuenta. Siempre me tira más estar acá. Las crisis se superan, y los argentinos sabemos que al final, de una forma u otra, salimos adelante.

–Hace poco te tocó atravesar otro momento difícil: te robaron estando con tus hijas. Sin embargo, no hablaste públicamente del tema.
–No. Por un lado quise salvaguardar mi intimidad y la de mis hijas. Y por el otro, el uso mediático de este tipo de cosas, o de cualquier otra, como un divorcio, no me agrada. Para hablar de inseguridad o seguridad hay gente mucho más capacitada que yo, y tampoco quiero el amarillismo. No lo consumo, y no me gusta propiciarlo.

(“Después de trece años juntos, el amor es mucho más profundo. Pero con Federico tratamos de no entrar en piloto automático. Esa sería la muerte de la relación”.)
–Llevás trece años en pareja con Federico (y ningún escándalo). ¿Cómo se vive el amor después de tanto tiempo?
–El de ahora es un amor distinto, mucho más profundo. Tener hijos y haber transitado tantas experiencias le dan mucha solidez al vínculo. Aunque, claro, no está comprado... Nada está garantizado. Por eso tratamos de ser lo más honestos posible, y no entrar en piloto automático. Esa sería la muerte de la relación.

Fecha: Noviembre 2010
Sobre ellos...
“Me gusta el hombre sensible y vulnerable”

Soledad Villamil. La actriz y cantante argentina, volcada este año en la gira de su segundo disco, se confiesa “tremendamente romántica y enamoradiza”. No soporta al varón que alardea de sí mismo, “el macho superseguro y sabelotodo”. Casada con el actor Federico Olivera, “actualmente el hombre de mi vida”, es madre de dos hijas En El secreto de sus ojos, su última y oscarizada película, Soledad Villamil y Ricardo Darín dan vida a una pareja incapaz de comunicarse sus sentimientos. La actriz –premio Goya por dicho filme– recuerda un episodio similar en su adolescencia: “Un amor imposible... Nunca le dije nada y con el tiempo supe que sentía lo mismo, pero tampoco dio el primer paso. Aprendí la lección y ya nunca me quedé con algo por decir...”


De familia liberal (padre médico, madre bailarina y coreógrafa), fue educada en la igualdad, y eso ha forjado su visión de los sexos. “Mis padres tenían una relación muy de igual a igual, ambos trabajaban y se ocupaban de la familia. Todos hacíamos todo. Es lo más sano.”

Con todo, reconoce notables diferencias de género y, en cierto modo, las agradece. “Somos polos opuestos, como el yin y el yang. Fuerzas que se atraen y se oponen. Eso da chispa a la vida.” En ese sentido le interesa especialmente la amistad con el otro sexo “porque me permite ver el mundo con otros ojos, me resulta muy enriquecedor. Por ello a veces me entiendo mejor con los hombres. No reniego de la amistad femenina, naturalmente, pero ellos me aportan otro punto de vista sobre las cosas”. Son más prácticos, añade la actriz, más organizados y resolutivos. “En eso les envidio. Nosotras somos mucho más complejas.” Ya desde niños se perciben rasgos distintivos. “En el juego, por ejemplo. Ellas conversan, se relacionan; ellos son más físicos.” O frente al sexo. “Para la mujer, el encuentro sexual tienen una connotación anímica mas fuerte.”

La fidelidad, en cambio, no tiene sexo. “Eso está superado. Es un asunto de dos, y de cada uno consigo mismo.” No cree que su profesión sea más tentadora en ese sentido, “no más que una guardia en un hospital o un despacho. Es cierto que trabajamos con las emociones y la proximidad física, vivimos el amor como encarnamos a un asesino. Es esa parte morbosa de sentir emociones de otro. Uno elige entonces si quiere pasar de la ficción a la realidad”.

En su caso, compartir profesión con su marido, el actor Federico Olivera, facilita las cosas. “Entiendes mejor cuando el otro está alunado, te sientes más cercano a sus vivencias.” Romántica, le apasionan las historias de amor, en literatura, cine y música. No es extraño, pues, que su disco de tangos y milongas que la lleva de gira hace meses se llame Morir de amor. Ni que le atraigan los hombres sensibles, vulnerables y con sentido del humor, alejados de esos machos vanidosos que no soporta.
De la convivencia con el otro sexo le molesta esa peculiar desorientación doméstica. “¡No encuentran nunca nada! No saben buscar. O ni lo intentan. Antes de mirar a fondo a su alrededor, ya exclaman: ¿dónde está mi...?” Y al parecer, se transmite de generación en generación, comenta con ironía. “Les ocurre a todos: mi padre, mi hermano, mi marido...” En cambio, las mujeres, afirma Villamil, son imprevisibles. “Tenemos muchos cambios anímicos. Igual reímos que al poco lloramos. Y ellos se pierden, claro... ¡Pero es algo hormonal, no tenemos la culpa!”, sonríe.

En su opinión, esas diferencias pueden ser una distancia insalvable o un desafío para encontrarse.
“El error es esperar que el otro cambie, no aceptarle como es. Si algo te resulta intolerable, o lo tomas con humor, o mejor cambia de pareja y deja de engañarte.” A sus hijas, aún niñas –5 y 9 años–, las educa para que “sean el faro de su propio bienestar, que no hagan concesiones ni se dejen llevar de forma posesiva, algo que les ocurre más a las mujeres que a los hombres”.
 
Fecha: Octubre 2010
 
Soledad Villamil: “Siempre la música estuvo primero”
La cantante y actriz vuelve a Mendoza presentando el repertorio de sus nuevos tangos; los propios y los ajenos. Hoy en el Teatro Independencia.
sábado, 07 de agosto de 2010

Se siente igualmente cómoda en el teatro, la televisión, el cine y el canto. Sin duda “Versatilidad” podría ser su nombre pero es Soledad Villamil, la bella actriz-cantante de personalidad cautivante que tiene un rostro que puede pasar al mismo tiempo por el de una heroína trágica o de una femme fatale.

O de una diva de ópera o de una cantante de los suburbios arrabaleros. Esa elasticidad expresiva, donde la interpretación actoral y la musical se convierten en una equilibrada simbiosis, sostiene el presente de esta artista completa.

No obstante, por el momento es el canto la faceta a la que Villamil le está dedicando las más luminosas energías.

Y esa energía potenciada por la instrumentación de su quinteto se expresará esta noche en la Sala Mayor con canciones como “Rencor”, “Qué te importa que te llore” y “Se dice de mí” y sus temas propios, “La medida” y “Santa Rita”, entre otros, en lo que será la segunda visita de esta mujer que para el gran público fue primero conocida como actriz, aunque, según sus propias palabras, todo comenzó con el canto.

Recopilemos. Su Laura de “El mismo amor, la misma lluvia”, en el debut como director de Juan José Campanella, le dio a Villamil el rédito para ganar en 2000 el Premio Cóndor de Plata como “Mejor actriz”.

Antes había participado en las películas “El sueño de los héroes”, “ La vida según Muriel”, “Un muro de silencio” y “Vivir mata” y luego, tras su reconocimiento, en “Un oso rojo”, “No sos vos, soy yo” y la exitosa “El secreto de sus ojos”. Mientras se organizaba con los planes de rodaje, actuó en obras teatrales con textos de Pompeyo Audivert, Griselda Gambaro y Shakespeare y la crítica le apuntó altas calificaciones.

En la televisión, interpretando personajes eclécticos y en algunos casos muy desafiantes en “Locas de amor”, “Culpables”, “Vulnerables”,“Fiscales” y “Nueve lunas” se hizo un rostro conocido en América Latina.

Sin perder el ritmo ni la sintonía de su inquietud artística, comenzó a darle más importancia a su faceta de cantante y en la transición de siglos, tímidamente Villamil grabó tres discos sobre las canciones de tres espectáculos teatrales donde actuó: “Recuerdos son recuerdos” y “Glorias porteñas” y ya con intereses más subjetivos, “Canta” en 2007 y el impecable “Morir de amor” que editada con el sello Sony Music.

- ¿Qué fue primero, la actriz o la cantante?¿O fue una relación esquizofrénica?
- La música estuvo primero. De chica estudiaba música. Tomé clases de flauta traversa, piano y guitarra. Y al mismo tiempo, a los 15 años comencé a tomar clases de teatro. Allí empezó la esquizofrenia.

- ¿Cómo te manejás ahora con esa dualidad?
- Es que estos dos últimos años fueron bastante agitados. En realidad, cuando vino la película de Juan José (Campanella), la música ya había tomado un lugar muy importante en mi carrera.

Si bien quiero seguir trabajando como actriz, eso dependerá de los tiempos que pueda manejar para darle continuidad también a este proyecto musical. Ya cuando estábamos rodando “El secreto de sus ojos” tenía una agenda de recitales programados que no quería cancelar.

- ¿O sea que te escapabas de la filmación para cantar?
- Sí (Risas). Después de la escena que se grabó en la estación de trenes de Retiro me fui a cantar a la sala Torcuato Tango. ¡Terminé muerta! Sin embargo, sin llegar a ese extremo creo que se puede ir combinando de alguna manera ambas carreras.

- ¿Cómo te sentís en los escenarios como cantante?
- La verdad es que me siento muy bien. Siempre es estimulante volver a los escenarios. Me da mucha ilusión. Estamos de gira prácticamente desde setiembre del año pasado y ya estoy teniendo bastante entrenamiento.

De hecho hace dos semanas atrás estuvimos en Puerto Alegre (Brasil) y luego del recital de hoy vamos el próximo fin de semana a Catamarca. En fin, estamos viajando bastante.

-¿Cómo les fue en España?
-En realidad estuvimos en Barcelona y Alicante. Madrid sigue siendo una tarea pendiente. Fue una de las grandes alegrías del año porque sentimos una gran comunión del público español de la misma manera que la hemos recibido del público argentino.

Incluso con las dudas que uno tiene con la recepción de tu repertorio, más cuando nuestro espectáculo tiene una fuerte identidad argentina. Lo mismo ocurrió ahora cuando estuvimos en Brasil, por el idioma. Sin embargo, es maravilloso comprobar cómo la música realmente trasciende la frontera y las culturas.

-Eso, ¿cómo estuvo Brasil?
-Maravilloso. Tocamos en un teatro con mil quinietas localidades a sala llena. El público terminó aplaudiendo de pie.

Por eso estoy feliz, porque la mayor felicidad de un artista es que uno entre en sintonía con el público, además cuando es una propuesta bastante personal, algo que se intensifica cuando lo llevás al extranjero, ya que en un concierto fuera de Argentina es muy probable que el espectador no conozca ninguna canción y sabiendo esto y que la respuesta haya sido tan efusiva, tiene para mi mucho más valor.

- ¿Cómo seleccionás tu repertorio?¿Prima lo subjetivo frente a los gustos del público?
- En mi caso, trato de hacer siempre lo que a mi me gusta y me entusiasma, lo que mejor me hace vibrar. Puede ser una canción de otro autor o una canción propia, las mismas que están apareciendo más ahora. Ya tengo dos en el disco y espero que puedan grabarse unas más para el próximo.

Volviendo al tema de la selección. A mi me interesa llegar al público con lo que hago, no me detengo a pensar si es más comercial o menos comercial el espectáculo. Con temas más conocidos o menos conocidos.

La verdad es que he comprobado todo este tiempo que realmente se produce el encuentro independientemente que cantes o no los grandes clásicos del tango. Además, no es porque no me gusten esas canciones. Es que no me llama la atención ese repertorio en este momento.

-¿Qué hay más allá de “Morir de amor”?
-Todavía bastante. El disco salió en agosto de 2009, va a ser un año. ¡Lo podríamos festejar en Mendoza!

-Sobran los motivos...
-Sí, el proceso de gración fue muy intenso. Si bien estamos trabajando todavía con la presentación, quedan muchos sitios por recorrer.

Queda además al menos dos conciertos en Capital Federal (en el teatro Nacional, en octubre). Sin embargo, ya en los ensayos de la gira, notamos que se asoma un nuevo material pero eso recién para el año que viene, cuando encaremos un nuevo disco.

- ¿Sos muy autocrítica?
- Si, la verdad que bastante pero lo combato porque no es bueno. No es bueno cuando uno se paraliza. Sólo te sirve cuando lo encaminás hacia un mejor estado. Pero cuando esa mirada crítica es demasiado severa puede inmovilizarte

Fecha: Agosto 2010

Emotiva ceremonia en Carlos Pellegrini
Soledad Villamil inauguró sala de cine que lleva su nombre
Con la presencia de la actriz, quedó inaugurado en la noche del sábado el cine Soledad Villamil en Carlos Pellegrini. En la previa, la protagonista de “El secreto de sus ojos” brindó un recital al aire libre.
(Un sueño hecho realidad. Acompañada del presidente comunal Carlos Davalle, Villamil cortó la cinta de la sala y en el hall descubrió un cuadro con su imagen en el ingreso al cine.)
Y Carlos Pellegrini un día recuperó su cine. Fue después de 23 años, en el mismo lugar donde en otras épocas pasaron grandes clásicos que fueron desde “Superman”, hasta “Hombre mirando al sudeste”, pasando por “Casablanca”, “Star Wars”, “Lo que el viento se llevó” o “El lado oscuro del corazón”.

No es común un hecho de esta naturaleza: que los pueblos recuperen semejantes herramientas de cultura en tiempos del DVD, YouTube y de grandes corporaciones de cine en los megashopings; y así, una localidad de 6.000 habitantes del departamento San Martín apostó por volver a los orígenes y al fin de semana de la “bolsita de Sugus”, al “pororó” -hoy “Pop Corn”- y a los estrenos sensacionales.

Carlos Pellegrini lo hizo. El cine volvió una noche de septiembre de 2010 en la misma sala en la que un día se despidió. Y fue con una velada fría pero convocante.

Es que la Sala de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos, volvió a lucir bella e imponente. Y una multitud acudió a su llamado para que el “35 milímetros” volviera a rodar. Histórico desde donde se lo vea.

“Era un sueño que tenía desde hacía mucho tiempo. Invertimos más de $ 100.000 de nuestras arcas para poder lograrlo. Compramos un nuevo equipo de audio e invertimos mucho dinero en el proyector. A la sala la acondicionamos íntegramente y ahora espero que los pellegrinenses puedan aprovecharla con los estrenos de cada fin de semana que tendremos”, señaló a este medio Carlos Davalle, presidente Comunal de la localidad.

Sobran los motivos

Pero hubo un condimento especial en la noche. Y fue que la sala fue bautizada con el nombre de Soledad Villamil. Y la actriz dijo: “Sí” a la convocatoria.

La protagonista de “El secreto de sus ojos”, ganadora del Oscar a la mejor película extranjera, estuvo presente en la noche pellegrinense. Primero con un recital ante unas 500 personas frente al cine, donde desgranó con gracia y gran despliegue escénico, el material de sus dos discos editados “Canta” y “Morir de amor”.

Entre el público se encontraban la senadora del departamento San Martín, Cristina Berra; el intendente de San Jorge, Enrique Marucci y el presidente comunal de María Susana, Enrique Piatti.

Canciones arrabaleras, valses y milongas conformaron un show de 45 minutos y cuando el frío empezaba a calar hondo entre los presentes y empezaba a hacer estragos en la cantante, llegó el corte de cinta y la hora del “séptimo arte”.

Fecha: Septiembre 2010

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